jueves, 9 de junio de 2011

Época precolombina


En Colombia puede ser compleja, en muchos casos la información es incompleta o es asumida desde muchos puntos de vista. El término "precolombino" se refiere a los pueblos que habitaban América antes de la llegada de Cristóbal Colón en 1492, pero aplicado exclusivamente a las antiguas colonias españolas en el continente, lo que hoy conocemos como Hispanoamérica.
Primeros pobladores (20 000 a. C.)
• En la Sabana de Bogotá
• En los rocosos de El Abra

• Al oriente de Zipaquirá
• Tequendama
Se encontraron instrumentos líticos de hace más de doce mil años en 1967, datados el 1460 a. C. Recientes dataciones con radiocarbono del sitio de Pubenza, Cundinamarca, indican que esos primeros pobladores llegaron antes del 20000 a. C. también se encontraron herramientas de piedra elaboradas con esmero, como raspadores, cuchillos laminares, y puntas de proyectil, que datan de un milenio más tarde. Estos fueron elaborados por grupos de cazadores especializados.
De entre el 7500 a. C. y el 6500 a. C. provienen menos objetos de piedra pero aparecen jabalinas y otros objetos de madera, así como múltiples instrumentos de hueso de animal, y además huesos humanos calcinados. Se encuentran esqueletos completos del 5000 a. C., de un tipo físico diferente al de los Muiscas, y que llegaron posteriormente a la región.
Las culturas existentes son:
• La cultura San Agustín
El espacio de desarrollo de la Cultura San Agustín se dio en los actuales departamentos del Huila y el Norte del Departamento del Caquetá. El pueblo agustiniano desapareció alrededor de 1250 y para 1300 la selva envolvía ya las ciudades agustinianas. Los restos arqueológicos ubicados en el Huila, exactamente en el Parque Nacional de Arqueología San Agustín. Dentro del Huila, hay básicamente tres sitios de importancia:
La Fuente de Lavapatas: es una magnífica demostración de las habilidades escultóricas y la creatividad de la Cultura Agustiniana, pues la Fuente, está ubicada sobre una quebrada natural, y ellos tomaron las piedras que estaban sobre la quebrada y fueron esculpiendo sobre ellas, creando una intrincada red de canales y caídas artificiales de agua, rodeadas de figuras zoomorfas, antropomorfas o mezclas de ambas.
El bosque de las Estatuas: ubicado en el Parque Nacional Arqueológico de San Agustín, es una amplia explanada llena de las mejores expresiones monolíticas y dolménicas fruto del Ingenio Agustiniano. En esta explanada se admira tanto la sencillez de ciertas estatuas, como la preocupación por la ornamentación y el detalle de otras, figuras zoomorfas, amplios tocados, figuras de piedras con alusión al "Alter ego".
El Museo Arqueológico: este museo muestra muchos datos la existencia y vivencia de los agustinianos, éste cuenta con esculturas monolíticas aunque se encuentran en pésimo estado, y son técnicamente irrecuperables gracias a la lenta pero efectiva acción del tiempo.
• La cultura Tierradentro
Esta también tuvo importantes contribuciones a la estatuaria y la alfarería, esta entró más profundo en lo relacionado con el asunto de la vida y la muerte, sus vestigios son los hipogeos, que dejaron en el Alto Cauca, exactamente en el corregimiento de San Andrés de Psimbalá, Municipio de Inzá estos son controladas por un resguardo a nombre de los Indios Paeces, aparentes descendientes de los habitantes de Tierradentro.
Tierradentro fue el nombre que los españoles le dieron a esta zona por lo tupida de la selva, los constantes y profundos precipicios, la impenetrable neblina e interminables cadenas de lomas; paisaje común a la zona del Macizo Colombiano.
Los Tierradentro, construían varias clases de tumbas, las hay sencillas, un simple huevo con un pasadizo hasta las más complejas, que avanzan hasta ocho metros bajo tierra con amplios salones ovalados o circulares en torno a una columna central. Estos están profusamente decorados con figuras zoomorfas y geométricas. Tierradentro desapareció, pero investigaciones indican que los Paeces y Guambianos, habitantes indígenas de la zona, son los sobrevivientes de esta cultura.
• La cultura Tayrona
Los Tayronas, habitaron la Sierra nevada de Santa Marta. En el territorio Tayrona, todos los pueblos y ciudades están comunicados por una red de caminos de piedra, que recorrían desde las faldas más habitadas hasta los parajes más inhóspitos de la Sierra Nevada. Los Tayronas planificaban el crecimiento de sus ciudades, construyendo terrazas que primero servían para la tala organizada de árboles, luego la agricultura y posteriormente viviendas, y así sucesivamente, además las ciudades contaban con canalizaciones de agua de montaña para llevar organizadamente el recurso vital a las viviendas, estas canalizaciones, las ciudades en sí y las terrazas de cultivo fueron diseñadas de forma tal que evitaba la erosión y cualquier rompimiento con el normal curso de la naturaleza. Los Tayronas fueron realmente una cultura ambientalista. Respecto al tamaño de las viviendas a medida que era más grande, mayor la importancia del morador. Había también casas especiales, o casas sagradas, donde se reunían todos los hombres y niños a la llegada de los sabios ermitaños; que frecuentemente bajaban de sus viviendas en los páramos, para llegar a las ciudades y transmitir las palabras de los dioses y enseñar a los niños las tradiciones de la nación.
Técnicamente, los Tayronas no contaban con un ejército nacional organizado, pero cada ciudad aportaba sus mejores hombres, para ser entrenados como guerreros, esto estaba a cargo de consejos conformados por representantes de los caciques de cada ciudad. Al terminar su entrenamiento, los hombres se transformaban en Manicatos, los Manicatos eran los guerreros de la nación Tayrona.
La mayoría de las obras muiscas parecen ser toscas y mal terminadas aunque la calidad del oro era superior, y las Tayrona técnicamente perfectas, los Muiscas al aprender la técnica de la cera perdida mejoraron la estética de sus obras, prácticamente abandonaron el método del repujado directo, que además de inexacto le restaba vida útil a la pieza pues esta cogía más riesgo de cuartearse y también restringía las obras a solamente láminas, ya que repujar sobre el oro bruto es casi imposible. A su vez, los Tayronas al aprender métodos como la inmersión de la pieza en agua mejoraron sustancialmente la calidad del material y la belleza misma del ornamento.
En lo referente a sus mitos y tradiciones, los Tayronas contaban con incontables dioses, aunque poco se sabe de ellos, ya que no tenían lengua escrita y los cronistas de la colonia no se adentraron en la sierra para contarnos esto como ocurrió con otras culturas como la Muisca. Pero si nos han llegado de los Kogui y las otras tribus que hoy sobreviven en la Sierra, los mitos cosmogónicos de la Cultura Tayrona. Se dice que antes que todo existiera, el Mundo estaba cubierto por tinieblas, y todo estaba oscuro. En aquel tiempo, ya vivía una mujer, llamada la Madre del Universo, que nunca dijo como exactamente surgió, al nacer de ella el primer hombre, por fin llegó la luz, y ese fue el primer día. El recién nacido, llamado Sintana, se volvió un héroe cuando creció, y organizó el primer ejército de Manicatos. Pero el mundo aún no tenía forma, y Sintana vivía solo, entonces la Madre del Universo, que sabía hilar, hizo un gran huso, que clavó en el pico más alto de la Sierra, del jaló y jaló, sacando mucho hilo, que dispuso como un círculo alrededor de la sierra. Mientras hacía el redondel, ella decía "Esta será la tierra de mis hijos". Y así el mundo tomó forma.
• La cultura muisca
Los muiscas estaban ubicados en el Altiplano Cundiboyacense, desde el río Chicamocha, Hasta el Páramo de Sumapaz, y desde los declives de la cordillera Oriental, en Cundinamarca hasta Santa Rosa y Sogamoso, limitando con los pijaos y los panches, fueron la cultura que más llegó a evolucionar en lo que se refiere a la administración y la estructura político-administrativa hasta llegar a la conformación oficial de una confederación de cacicazgos, conocida en la actualidad como Confederación Muisca con un sistema uniforme de caminos, lengua, impuestos, religión y leyes. La palabra "muisca" viene del muyskkubun (idioma muisca) muyska, que significa persona o gente.
Existen otros mitos como el de Bachué, la madre de los muiscas. Un día salío de la laguna de Iguaque una mujer esbelta y bella, acompañada de un niño pequeño. Ella era Bachué, quien se sentó a la orilla de la laguna y esperó hasta que el niño creciera. Cuando alcanzó la edad suficiente, se casó con él y tuvieron muchos hijos; esos hijos son los muiscas. Bachué les enseñó a cazar, cultivar, respetar las leyes y adorar a los dioses. Bachué fue tan buena, que los mismos muiscas se referían a ella también como Furachoque ("mujer buena" en lengua muisca). Cuando ya eran ancianos, Bachué y su esposo decidieron volver a Iguaque y se convirtieron en serpientes. Esas serpientes se sumergieron en el lago. Ese día los muiscas estuvieron muy tristes, pero sabían que Bachué, su madre, era feliz.
De los muiscas nos han llegado muchos mitos, debido a que Bogotá se instituyó como capital del Nuevo Reino de Granada, y muchos cronistas se asentaron allí. Según los muiscas, había muchos dioses, pero los más importantes eran Sua (El Sol), a quien erigieron el templo de Sugamuxi (Sogamoso). Chía (La Luna), y su templo en el pueblo que hoy lleva ese mismo nombre, el segundo en orden de importancia. Otros personajes como Bochica, que no eran dioses, eran recordados por todos con respeto y afecto.
La contribución de los Muiscas a la cultura nacional colombiana es quizás la más importante. Se destacan juegos como el turmequé (tejo), que fue inventado por los muiscas, y al que los españoles le agregaron el detalle de la pólvora. Entre los muiscas, se celebraban torneos de lucha, y el ganador era premiado por el cacique con una manta fina de algodón y se convertía en güecha (guerrero).
Una de sus leyendas es "El Dorado", que que se originó porque cada cierto tiempo, en la laguna de Guatavita, a unos 50 km de Bogotá, el zipa de Bacatá se subía a una balza, cubierto de oro en polvo que se adhería con una resina especial. Sin que sus ojos dignaran verle, los súbditos iban tirando ofrendas de oro a la laguna, y el zipa se sumergía en ella mientras los bálsamos dorados se desprendían y teñían el agua de color dorado.
El sistema político-administrativo de los muiscas, es el más avanzado entre las culturas asentadas en Colombia.
En tiempos de guerra todos los huzaques, o señores menores, se reunían con zipa o el zaque y tomaban las decisiones. Esto también pasaba cuando había hambrunas o sequías. Cuando finalizaba la reunión, los caciques comunicaban su decisión a los Tiuquines, fuertes mensajeros que corrían por todo el altiplano llevando el mensaje de la decisión tomada.
Eran los únicos productores de esmeraldas, monopolizaron la minería del cobre, el carbón tanto vegetal como mineral, y contaban con las enormes minas de sal de Nemocón, Zipaquirá y Tausa. Las esmeraldas, la sal y el cobre, necesarios para fabricar joyas, eran canjeadas con los pijaos y los panches, que habitaban el sur; en cambio, estos les daban oro, que tenían en abundancia.
Los bosques eran públicos, al igual que las lagunas, los páramos y las riveras de los ríos, haciendo la producción alimenticia acorde a las necesidades de cada habitante. En Bacatá, Chocontá y Hunza, se establecieron los tres grandes mercados donde la gente se reunía a cambiar sus mercancías.
El calendario de los muiscas era bastante impreciso. Sabían que durante el solsticio de verano el sol duraba más tiempo, y el 21 de junio (Calendario Gregoriano), se iban todos a Suamox o Sugamuxi, donde estaba el Templo de Sua, el Sol a ver la procesión de los más importantes miembros de la corte del zaque Esa era una ocasión muy festiva y especial, donde todos, hombres, mujeres y niños se pintaban con índigo y achiote mientras cantaban y saltaban, embriagados con chicha. Al día siguiente, todos asistían a la ceremonia de entrega de ofrendas, pidiendo por un buen año y mejores cosechas.
La casta sacerdotal era instruida desde la infancia y al crecer, éstos se volvían jeques, o sacerdotes, que dirigían las ceremonias religiosas y enterraban a los muertos. Sólo ellos entraban a los recintos interiores de los templos, y en sus mochilas cargaban coca que mascaban con cal, revuelta en sus poporos para celebrar sus ritos en trance. Cada familia alguna vez tuvo que ofrecer a uno de sus hijos en moxas, jóvenes que eran instruidos por los jeques hasta los 15 años, posteriormente los sacrificaban y le ofrecían su sangre al Sua. Esto era considerado un gran honor, pero con el tiempo esa tradición fue siendo relegada por ofrendas de oro o de loros importados de las tierras cálidas a los que se les enseñaba a hablar antes de ser sacrificados. Para 1300 la tradición de sacrificios humanos pudo haber desaparecido.
El idioma muisca pertenecía a familia lingüística de lenguas chibchas, lo que les permitió mantener fluidas relaciones con los pances, los motilones, los tayronas y los opitas, miembros dialectales de ese mismo grupo lingüístico.
· La cultura Quimbaya
Rodeados por eternos guaduales y yarumos, los Quimbayas son famosos por su habilidad de construcción con la guadua, su exquisita orfebrería y sus valientes guerreros. Estos habitaron la región del actual Eje Cafetero, sobre todo en el actual Depto. del Quindío. Los Quimbayas, son los creadores de quizás la más famosa pieza de oro precolombino del Mundo: el Poporo Quimbaya, y una de las más deslumbrantes colecciones de Arte Prehispánico: El Tesoro de los Quimbayas.
La producción agrícola de los Quimbayas, no era tan eficiente como en otras culturas, pero conocían y practicaban la rotación de cultivos. Ellos cultivaban una tierra y la dejaban descansar, mientras el año siguiente se tomaba otra, y así sucesivamente. Su método era quemar la tierra, talar lo que quedaba en pie y surcarla para sembrar, lentamente agotando los nutrientes de la tierra. Eran expertos en hacer terrazas en las zonas más pendientes, de esa forma evitaban la erosión. Pero esos métodos de quema eran compensados con la siembra de guaduales, que además de ser fuente de madera, conservaban mucha agua y restablecían los nutrientes de la tierra. Los cultivos más comunes, eran los de maíz, arracacha, fríjol, fique y yuca.
La sal fue una de las razones por la cual los Quimbayas no fueron conquistados por pueblos belicosos como los Muzos y los Panzes, las fuentes saladas de Consota, Cori, Coinza y Caramanta fueron monopolizados por los Quimbayas, que controlaban el comercio del mineral en la zona al occidente de la cord. Central. En estas fuentes saladas, el ingenio Quimbaya dividía las aguas saladas de las dulces y la salada llevada por tubos de guadua a los hornos. donde era evaporada y extraída. Los Quimbayas guardaban toda la sal en depósitos especiales propiedad de cada familia. La sal era usada para pagar tributo al cacique y a tribus vecinas.
Los Quimbayas eran hábiles cazadores. Era usual que padres e hijos fueran a la selva por la noche a cazar y llegar al día siguiente con dantas, zarigüeyas, osos hormigueros y las muy preciadas guartinajas y venados. La carne de estos la salaban para consumirla más tarde. En estas también perseguían guacamayas, a las cuales pelaban, para usar sus plumas como decoración y consumir su carne azul.
El oro Quimbaya provenía de los ríos. Los Quimbayas iban a los ríos con frecuencia y con macanas recolectaban oro. Cuando eran demasiado caudalosos, o crecían esperaban las sequías para recoger el oro de la arena, junto con el limo, muy bueno para cultivar. El oro bruto era llevado a casas de orfebrería, donde era molido con grandes piedras, cuando era casi polvo, era mezclado con cobre para hacer tumbaga que era más fácil de fundir. Los Quimbayas obtenías figuras en tumbaga con la técnica de la cera perdida y posteriormente les practicaban el templado: calentarlas y sumergirlas en agua helada, luego martillarlas, para sacar las impurezas y darle resistencia. Los Quimbayas fueron los que mejor practicaban el templado, pues martillaban y repetían el proceso varias veces. Por ello las figuras Quimbayas que vemos en los museos brillan más y no han sufrido tanto el paso del tiempo. Además de la cera perdida, que era más usual en los elementos decorativos y las piezas ceremoniales sacerdotales o civiles, se usaba también el repujado o martilleo delicado de hojas de oro. Esta técnica era más usada en las armas, cascos y pectorales de los guerreros, pues se hacía con láminas que eran más livianas en el combate.
La cultura Quimbaya practicaba la antropofagia ceremonial. Cuando una tribu iba a la guerra el cacique sacrificaba dos de sus esclavos y todos bebían de su sangre y comían de su carne, según creían, esto les daba valor y fuerza para el combate. Esta práctica solo se daba en tiempos de guerra y en ceremonias religiosas.
La estructura administrativa Quimbaya era bastante dispersa, había más de 80 caciques, aunque entre ellos reconocían a cinco como superiores. Las relaciones eran mantenidas de cacique a cacique y siempre se usaban intérpretes. Entre esas tribus se encontraban: los Ansermas, los Irras, los Quindos, los Caramantas, los Pícaras, los Pozos y los Armas. El entierro de un cacique era un evento importante. Los sacerdotes organizaban una gran ceremonia, pintaban y adornaban el cuerpo del cacique, que era ataviado con adornos de oro y mantas lujosas. El cacique era velado por varias semanas en su residencia, luego era llevado a lo alto de una colina, donde se habían cavado un hueco en el que habían puesto muchas joyas y ropajes, unos esclavos vivos para servirle durante su nueva vida, y mientras llevaban el cuerpo del cacique, sus esposas estaban felices de acompañarlo a la vida eterna. Finalmente lo enterraban.
Los Quimbayas no tenían ejércitos organizados, pero en el combate los guerreros Quimbayas, entrenados por los caciques, liderban milicias conformadas por hombres y mujeres de todas las edades que combatían en igualdad de condiciones: en esos momentos lo importante era conservar a la Nación Quimbaya. En tiempos de paz, los Quimbayas organizaban brigadas de centinelas y espías que cuidaban las fronteras. En caso de invasión avisaban a los caciques, quienes decidían reunir a la gente. Se ha descubierto, que los Quimbayas eran hábiles constructores de trincheras y trampas, cavando zanjas profundas, que llenaban de filosas estacas mojadas en veneno, disimuladas con maleza y paja. Otras técnicas de defensa eran las de esconderse en fortines de guadua en los árboles donde esperaban para emboscar al enemigo con flechas envenenadas. En las batallas, los niños cargaban las banderas de las tribus, las mujeres tiraban piedras, lanzas y agua hirviendo desde las colinas, los hombres y los jóvenes estaban en el frente con flechas y arcos. Al triunfar, todos se reunían en el poblado y celebraban bailando y haciendo combates ficticios entre ellos.
· La cultura Nariño
Habitaron el Macizo Colombiano en su Zona Occidental, un altiplano accidentado, situado a más de 3.000 m s.n.m., próximo a la fontera con el Ecuador, fueron exterminados por la expedición de Sebastián de Belalcázar, su orfebrería era cercana a los patrones artísticos de los Incas.
El altiplano en esta parte de la cordillera se caracteriza por tener suelos muy fértiles, formados a partir de cenizas volcánicas. En la zona se encuentran los volcanes: Chiles, Cumbal, Azufral, Galeras, Doña Juana, Patascoy. El paisaje es ondulado y está constituido por lomas bajas alternadas con hondonadas.
Se han definido dos complejos cerámicos distintos.4 Capulí se encuentra tentativamente datado, a partir del siglo XII d. C., y Piartal-Tuza, fechado entre el siglo VII y XVI d. C.
· La cultura Tumaco
En el siglo XVIII el monje fray Juan de Santa Gertrudis identificó las primeras piezas de lo que sería llamado la Cultura Tumaco.5 El área de influencia se extiende también, además del departamento de Nariño, a las provincias de Esmeraldas y Manabí en Ecuador. Vecinos de la Cultura Nariño, presenta sin embargo importantes diferencias, se especializaron en alfarería, ricamente decorada. La cultura Tumaco fue definida inicialmente con base en hallazgos de algunos conjuntos cerámicos sacados de su contexto y sin una evidente asociación. En realidad representan un conjunto de diversas culturas en un período de 2500 años. En realidad la costa del Océano Pacífico de Colombia es aún, a comienzos del siglo XXI casi inexplorada.6
La zona cubierta por selvas tropicales y tupidos manglares, baja y anegadiza, se sitúan en el borde de lo que se ha dado en llamar el "tapón de Darien", una de las zonas con mayores precipitaciones en el mundo. Este espacio complejo ha posibilitado su ocupación en una u otra zona, por diferentes grupos humanos en el período que va desde aproximadamente los 500 a.C.
Las carácterísticas del paisaje, y la aparente unidad de los hallazgos arqueológicos, indujeron a hablar de una Cultura Tumaco, con base en el gran número de figurillas y materiales cerámicos que se fueron obteniendo, ya sea por excavaciones ilícitas o por hallazgos ocasionales. Estas primeras concepciones contrastan con los resultados arrojados por las investigaciones formales adelantadas en la costa del Departamento de Nariño y Valle del Cauca. Calamarí, Carrex, Bahaire, Cospique, Mocaná, que habitaban la zona que hoy ocupa Cartagena de Indias, vivían en el actual centro histórico, en la isla de Tierra Bomba, la Isla de Barú, y la actual zona industrial de Mamonal, respectivamente. Exterminadas después de la batalla de Yurbaco (Turbaco), también llamada de Guazabara, por el conquistador Pedro de Heredia.

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